TRECE CAMPANADAS

(Propuesta: "Escribir un relato en el que alguien escucha a las doce de la noche trece campanadas en lugar de doce. Autora: MIRASA)


Como cada noche Alex lee hasta que el viejo reloj del ayuntamiento da las doce. Cuando era pequeña solía hacerlo con su abuela las noches de verano. Ahora que ha vuelto a vivir al pueblo ha empezado hacerlo de nuevo.

A la hora indicada, el viejo reloj comienza a dar las campanadas. Una, dos, tres, cuatro... empieza a contar Alex, diez, once, doce y trece...

¿Trece? No puede ser, seguro que su mente le ha jugado una mala pasada, eso es, seguro que el vino se le ha subido a la cabeza. Se va a dormir.

Al día siguiente en el mercado todo el mundo cuchicheaba unos con otros. Parecía que Alex no era la única que había escuchado las trece campanadas. Al llegar al puesto de Paqui puedo escuchar mejor lo

que había ocurrido. La fábrica de calzado había sido asaltada durante la noche. Eso es lo que cuchicheaban, pero nadie parecía haber oído nada raro por la noche. El resto del día paso sin más novedad, hasta que llegó el momento en que el reloj debía dar las doce. 

Alex volvió a oír trece. Pensó que seguramente estaría roto, así que siguió sin darle importancia.

De nuevo al día siguiente todo el pueblo estaba consternado. Alex no se atrevía a preguntar o hacer comentarios sobre que oía trece campanadas, por si la tomaban por loca.

El bar de Pepe estaba cerrado, era raro, porque Pepe y Angelita siempre estaban ahí al pie del cañón. Al acercarse un poco más entendió por qué. Se había incendiado.

Por la noche volvieron a sonar trece campanadas. Esta vez ya ni le dio importancia. Y de nuevo paso algo, la presa se rompió, por suerte había sido un año de sequía y no estaba muy llena, por lo que no causó daños importantes.

Siguió ocurriendo lo mismo durante los siguientes días, concretamente durante diez más. Cuando el reloj tenía que dar las doce en vez de doce sonaban trece campanadas, y luego algo pasaba.

El cuarto día desapareció el rebaño de Cosme. El quinto, apareció un surco en los campos de patatas. El sexto, el río que presumía de un buen caudal, a pesar del año de sequía, amaneció completamente seco. El séptimo, siete grietas atravesaron el pueblo. El octavo, se marchitaron los campos de margaritas. El noveno, se derrumbó el nuevo ayuntamiento, que apenas llevaba un mes en pie. El décimo, el panteón familiar de los “Sáez Mariscal” la familia más importante e influyente del pueblo apareció completamente desmantelado, no dejaron ni la dentadura de Doña Brígida. El undécimo, el pueblo se quedó sin suministros de luz y agua, aunque no había ningún problema en las instalaciones. El duodécimo, cayó un aguacero como hacía años, tanto era así que sólo Visitación, la más anciana del pueblo, que tenía ciento diez, lo recordaba. El decimotercero, la iglesia amanecía completamente en ruinas, sólo la imagen de la Virgen del altar se había salvado.

Tras los trece días, el reloj volvió a dar doce campanadas y el pueblo dejó de sufrir acontecimientos más allá del día a día. Alex sabía que eso no era normal, que algo raro había pasado. Cuando llegó al pueblo estuvo ordenando las cosas de su abuela. Recordó que había visto unos viejos diarios que su abuela había escrito. Buscó el del año 1913, por aquello del aguacero y que sólo Visitación lo recordara, ya que de seguir viva su abuela, tendría ciento doce años.

Leyendo descubrió lo que ya sospechaba; no era casualidad todo, estaba relacionado. Su abuela había escrito sobre cosas inexplicables que pasaron en el pueblo aquel año. Investigó un poco más y descubrió que cada cien años, coincidiendo con los años acabados en trece, había sucedido exactamente lo mismo. Durante trece días sonaban trece campanadas y sucedían cosas malas, cómo catástrofes, robos, incendios etc. en el pueblo.

EL JARRÓN DE LA ABUELA

(Propuesta: Escribir una carta o un mensaje a alguien diciéndole algo que resultaría difícil decírselo a la cara. Autora: ANTONIA G.A.)     ...