UN DÍA DE VENDIMIA (El quinto varón)

 Era allá por los años cuarenta, del pasado siglo XX. Íbamos vendimiando seis jóvenes mozas, que se habían desplazado del cercano pueblo de Yátova, Perfecto, mi hermano y yo. Las mozas llevaban, cada una, una hilera, Perfecto iba de pozalero, pues como las mujeres se suponía tenían menos facultades para echar en pozal de uva al carro, iba un hombre de pozalero. Mi hermano y yo íbamos cada uno con un carro; y así, mientras, descargar.

    Las yatoveras eran de ”armas tomar”, todas ellas entre los veinte y veinticinco años, más corridas que la Charito, y Perfecto tenía unos dieciséis años, muy vergonzoso, que parece ser que no se había estrenado, aunque estaba más escurrido que una vaca lechera, de practicar la “riña de cinco contra uno”.

    Amparo, la mayor de ellas y la más descarada, propuso una idea, que al fin y al cabo no era otra cosa que un abuso sexual del joven muchacho.

    -Vamos a salársela- dijo la muy cachonda. 

    -¿Qué es eso?- , dijo Perfecto. 

    -Ahora verás- dijo la Amparo. Seguidamente se avalanzaron sobre Perfecto las seis mozas, lo hicieron preso y lo tumbaron en el suelo, boca arriba, sujetándolo fuertemente, de los brazos y de las piernas. El joven pedía auxilio, pero no le sirvió de nada. La Amparo de desabrochó la bragueta, y exclamó: 

    -¡Ay, qué pequeña la tiene! -Traed agua y sal, que le echemos, a ver si le crece. 

    La Pili, también muy descarada, fue a por el botijo de agua, y a por el salero, todas ellas con grandes carcajadas, y el joven zagal pidiendo auxilio y amenazándoles de que cuando lo dejaran libre se iban a enterar. 

    Le echaron agua y sal y le hicieron un pringue de cuidado. Cuando se hartaron de reírse y de humillar al joven, lo dejaron libre.

EL JARRÓN DE LA ABUELA

(Propuesta: Escribir una carta o un mensaje a alguien diciéndole algo que resultaría difícil decírselo a la cara. Autora: ANTONIA G.A.)     ...